lunes, 12 de marzo de 2012

The North Face® Transgrancanaria 2012 - La unión hace la fuerza

La constancia tiene su premio

El viernes 2 de marzo, Sarito y yo despertamos sabiendo que ese día, a las 22:00 saldríamos en las guaguas de la organización en dirección a la Playa del Inglés, al sur de Gran Canaria, para tomar parte en una carrera por montaña que tantas alegrías nos ha dado. Para mí, sería mi 5ª participación en la Transgrancanaria y para Sarito, sería su 6ª participación. Sin embargo, en esta ocasión, sería para los dos una carrera diferente.
Para Sarito, sería su primera participación en una carrera de 96km, con salida a las 00:00h y un desnivel total acumulado de 8200m. Para mí, sería mi 2ª participación en esa distancia, pero esta vez mi misión era acompañar a Sarito y ayudarla en todo lo posible para que alcanzase la meta.
En los entrenamientos, Sarito había demostrado que también puede subir muy bien. Algo sucedió el sábado, que la primera ascensión ya se le empezó a atragantar. Pero empecemos por el principio.
Nuestro “equipo” estaba formado por Sarito, por Mª Luisa Ferrera y por mí. Después de reunirnos con la familia que vino a vernos a la salida en Playa del Inglés, pasamos por el control de chips y bajamos a la arena de la playa, situándonos más o menos, cerca de la cabeza para no salir demasiado atrás. Ya tendrían tiempo los demás de ir adelantándonos y tampoco quisimos salir delante del todo para no ser un obstáculo a los más rápidos. El ambiente en la salida de la Transgrancanaria es indescriptible. Vemos caras conocidas, extranjeros que repiten por 3ª vez en esta carrera, “pros” y un montón de amigos, compañeros de fatigas y kilómetros que, en una isla tan pequeña como la nuestra ya nos conocemos todos.
Puntualmente, a las 00.00h, se dio la salida a la prueba en sus distancias 96 y 123km. En medio de un grito general, empezamos a trotar por la orilla de la playa. La pleamar había tenido lugar a las 21:05h, así que la marea llevaba 3 horas bajando y seguiría así hasta las 3 de la madrugada. La arena, por tanto, no estaba lo suficientemente dura como para hacer un tiempazo en la orilla, pero se podía correr con comodidad. En 33’ nos pusimos en el paseo del Faro y nos llevamos la primera sorpresa. Por alguna extraña razón, nos llevaron por las calles de atrás para acabar conectando con el paseo a la altura del restaurante Samsara (por cierto, aprovecho para recomendarlo. Qué bien se come allí –eso sí, no vayas con prisas, es un restaurante para disfrutar del tiempo, de la compañía y de la comida- dicho queda porque lo merece).
Sarito decidió que quería seguir trotando por el paseo hasta que nos desviaran hacia el cauce del barranco. La verdad es que hicimos una primera sección de escándalo. Íbamos a un ritmo realmente bueno, sin cansarnos y trotando sólo en los lugares donde era cómodo par Sarito. A Luisa la habíamos dejado atrás en la playa, pero como ella sube como un avión, sabíamos que tarde o temprano aparecería por detrás (y así fue, tiempo al tiempo).
Llegamos a la pista de la machacadora (junto al acueducto de Fataga que, por desgracia, poca gente admira) y empezamos a caminar a buen ritmo para acercarnos progresivamente al Caserío de Gitagana. He de reconocer que esa parte se me hizo algo más larga que de costumbre. Quizás porque el ritmo al que yo estoy acostumbrado a hacerlo es más elevado. A lo lejos, se veían los frontales de los corredores que ya discurrían por la Pista de los Gallegos (la que conecta Arteara con Ayagaures). Cuando llegamos al primer control de chips, justo en la intersección y entrada a la pista antes mencionada, se veían pocas luces por detrás, lo cual nos indicaba que la mayor parte del grupo iba por delante. Cuando ya íbamos por la pista llegó Mª Luisa por detrás y continuamos el camino juntos. En medio de la pista, comenzamos a alimentarnos comiendo un trozo del pastel Gatosport® de la marca Overstimms® con sabor plátano y chocolate, que yo había preparado en casa de mis padres (ellos tienen horno y nosotros sólo microondas) y que nos supo a gloria. Hay que reconocer que sabía bien y que, encima, el análisis nutricional indica que para 100gr, sólo 7gr son de lípidos y 68gr de carbohidratos.

Análisis nutricional medio
Para 100 g *
Por porción (1/3 GATOSPORT) *

Valor energético kcal/kJ
400/1675 a 430/1800
520/2178 a 560/2340
Proteínas
13 g a 15 g
17 g a 19,6 g
Carbohidratos
66 g a 74 g
85,9 g a 96,2 g
Lípidos
7 g a 12 g
9,1 g a 15,6 g
vitamina B1
0,8 mg a 1,1 mg (57% to 79% **)
1 mg a 1,4 mg (71% to 100% **)
Sodio
137 mg a 380 mg
178 mg a 494 mg
Calcio
130 mg a 175 mg (16% to 22% **)
169 mg a 228 mg (21% to 28%**)
Magnesio
97 mg a 115 mg (32% to 38% **)
126 mg a 150 mg (42% to 50% **)

Al cabo de un buen rato, ya el ritmo había bajado y no trotábamos por donde teníamos que haberlo hecho. Sea como sea, llegamos a Ayagaures cuando ya quedaba poco agua en el camión cisterna que el BRILCAN había tenido a bien proporcionar a la carrera.
Sarito no quería parar en Ayagaures porque tenía mucha agua aún en los bidones. Yo, sin embargo, la obligué a parar y a repartir un sobre de Recuperat-ion® entre sus dos bidones. Lo que nos esperaba por delante era una ascensión a través del Pinar de Trujillo hacia la Degollada de la Manzanilla, en plena madrugada. Eso significa, esfuerzo, sudor y frío.
Cuando estábamos cerca del Pino de la Lajilla, ya no hacía falta utilizar el frontal. Nos amaneció en medio del Sendero del Diablo (desconozco el por qué de ese nombre, pero es así como lo llaman) y en ese momento aún podíamos ver a lo lejos, por los senderos que conducían hacia Chira, los destellos de los frontales de los corredores de 123km.
A las 8:00 llegamos a Tunte y Sarito ya mostraba ciertos síntomas de cansancio. No es para menos, el avituallamiento de Tunte está en el kilómetro 44 de carrera. Allí no nos detuvimos mucho. Nos avituallamos bien y comenzamos el ascenso hacia la Cruz Grande. Poco a poco fuimos subiendo y ya Sarito no tenía la misma “alegría” en las piernas. Su andar era cansino y subía muy despacio. Llevábamos una hora de margen con respecto al límite horario de Tunte, así que no había razón para preocuparse, pero todavía quedaba por delante mucho camino, la cosa empezaba a pintar.....no muy bien y, en la ascensión, le dijimos a Mª Luisa que, si ella se sentía con fuerzas, que subiera a su ritmo y que ya intentaríamos cogerla en la bajada, que no se le da tan bien. Evidentemente, ella tiró hacia delante a su ritmo y pronto desapareció de nuestra vista. Llegamos a la Cruz Grande donde nos esperaban Begoña y Margara, de Arista. Continuamos hacia el Paso de la Plata siempre al ritmo de Saro. La subida por los rampones de La Plata se le hicieron muy cuesta arriba a Sarito y yo tenía que medir muy bien mi ritmo porque si caminaba un poco a mi paso normal, ella desaparecía y tenía que esperarla un buen rato hasta que aparecía. Ella, cuando llegaba a mi altura me decía “¡Jo, Dani, vaya cara de mascado (aburrido) que tienes!” Yo le respondía que no estaba aburrido, sólo procuraba que ella no bajara el ritmo para no ver una cosa redonda con dos agujas corriendo detrás nuestra diciendo tic-tac-tic-tac.
Cuando estábamos a punto de llegar arriba, a la zona de las presas de Cho Flores, se nos acercaron por detrás dos chicos que nos preguntaron si faltaban muchas curvas más. Yo les respondí que unas cinco o seis y se les vino el mundo encima.
En los Llanos de Pargana, Saro pudo recuperar algo de las energías perdidas y en poco tiempo llegamos a la Degollada de Los Hornos, donde las dos distancias largas se reencuentran. Poco después, ya nos adelantaba uno de los titanes de la larga, que llevaba en las piernas en ese momento unos 27 kilómetros más que nosotros. ¡Qué nivel! Mientras ascendíamos al Pico de Las Nieves, nos siguieron adelantando algunos máquinas de la prueba reina y, llegando a la base del Pico, una de las sorpresas más agradables del día: sobre una roca, con las dos muletas al lado, Vissen Sosa nos esperaba para darnos ánimos y, como siempre, muy buenos consejos. Sarito le dijo que estaba muy cansada. La respuesta de Vissen fue típica en él: “Chica, es que si llegas aquí y me dices que no estás cansada.... ¡No sé que decirte!” Efectivamente, ya Sarito y yo llevábamos en las piernas unos 52km.

La parada del Garañón se alargó casi una hora, pero es que el plato de pasta con salsa estaba delicioso y yo preferí cambiarme de ropa. Sarito, en principio, era un poco reticente a cambiarse, pero como descubrió un “tomate” en uno de sus calcetines, decidió que, ya que se iba a cambiar esa prenda, también se cambiaba de maillot y licras. Al salir del Garañón, habíamos recuperado fuerzas y nos lanzamos trotando hacia la Cruz de Tejeda. Yo miraba para detrás y veía que Sarito seguía el ritmo y, aunque no corría mucho, tampoco perdía distancia. Bajamos con cuidado hacia Cueva Corcho y seguimos hacia Madrelagua. Entretanto, nos llega por detrás Laura Barrera que iba aun  ritmazo tremendo y poco después, Pepe, de Arista, que me dice que detrás de él viene Goyo un poco tocado de piernas. Aún así, nos adelanta en las Rosadas y continuamos con él por Los Llanos. Poco a poco nos acercábamos a Teror y ya sentíamos la meta más cerca aunque  a Sarito le martirizaba un poco la subida a Osorio. Yo le recordé que en el entrenamiento, la hicimos en 20 minutos desde la casa hasta la acequia. Llegamos a Teror y nos metimos en el avituallamiento. Allí perdimos más de media hora en un avituallamiento que no debía demorarnos más de 5 minutos, pero es que nos encontramos con Juan Bonilla que estaba un poco preocupado por la segunda noche. No era tarde, pero sabía que si no corría muy mucho, la noche se le echaría encima antes de llegar a Los Giles. Salimos los tres de Teror y comenzamos el camino hacia Osorio. Al llegar, Bonilla se marchó para delante y yo le dije a Sarito que quería subir hasta la acequia a ritmo fuerte y que la esperaría allí. Ella me dijo que sí y apreté el paso para llegar en 16’. Arriba, saludé a los cuatro corredores a los que adelanté en mi puntual acelerón y pregunté que qué tal iban. Uno de ellos me respondió “Será por cuestas!” Creo que en la península, todavía hay quien cree que esta isla es un mar de arena y palmeras. ¡Pobre infeliz! Bienvenido a Gran Canaria, niño, nuestra isla “sólo” mide 1949m de altura, pero para llegar hasta arriba te esperan unas buenas cuestas y profundos barrancos, que tenemos 10 millones de años de antigüedad.

En fin, que Saro llegó arriba cansada pero sin resoplar, guardando fuerzas. En la bajada hacia Los Castillos, le propuse trotar un poco, pero no podía, así que preferí esperarla. Así, continuamos por la carretera que asciende al Picacho (Estación Radionaval de la Marina) y nos adentramos por Rosiana. Haciendo cálculos, sabíamos que la noche se nos echaría encima en medio del barranco de Tenoya, pero al menos podríamos entrar allí de día. Llegamos a Santidad y bajamos hacia el dichoso pedregal. Al llegar abajo, le dije a Sarito que yo necesitaba apartarme un momento en dirección contraria, porque sentía la llamada de la naturaleza. Tantos geles, barritas energéticas y sales minerales habían adelantado la parada técnica. Suerte que llevaba papel! Nunca olviden llevar pañuelos de papel a una carrera de montaña!! Nunca se sabe para qué los necesitarás!!

En el barranco, unos 100 metros antes de llegar al puente de Tenoya, tuvimos que encender los frontales. Delante de nosotros caminaba una chica con pinta de guiri, que resultó ser una británica máster 50 de la carrera de123km. Fuimos un buen rato con ella, toda la segunda mitad del barranco hablando en inglés y nos comentó que una amiga de ella había corrido el año pasado y que la animó a correr la Transgrancanaria de 2012. Al parecer, fuera de nuestras fronteras, la Transgrancanaria es considerada una de las pruebas de ultrafondo más técnicamente duras que hay. Estoy de acuerdo, la de 123km es muy dura, sobre todo si la haces para conseguir un buen tiempo.

Cuando terminó el barranco de Tenoya, ya Sarito y yo sabíamos que íbamos a llegar. Tuvimos que llamar a la familia, porque nuestra previsión de llegar a las 20.00 se había esfumado hacía un buen rato y la previsión actual era la de llegar a las 21:30.

En Tenoya nos paramos también cerca de 15 minutos. Excesivo para lo poco que nos quedaba. Bajamos de nuevo al barranco y continuamos en dirección a Los Giles. La ascensión fue muy buena, Sarito, que había guardado fuerzas, apretó un poco y cuando menos nos dimos cuenta, ya estábamos en la recta de arena, la última cuesta arriba antes del descenso hacia la meta. Allí le dije a Sarito que tuviera cuidado con la bajada porque no nos habíamos caído hasta entonces y no era cuestión de hacerlo en ese momento. De repente, horror, el frontal de Sarito se queda sin pila. Para ser un súper frontal Petzl® Myo y llevar pilas de litio Energizer®, su autonomía no fue una maravilla que digamos. Yo aún llevaba mi LedLenser® con las pilas de salida y con la pestaña a media potencia se veía aún perfectamente. Creo que Saro prefiere mi frontal al suyo. Y el mío es 40€ más barato!!!

Con todo, Saro aceleró junto a la “finca de los perros” (donde ya no hay ni finca, ni perros) y poco después enfilamos la bajada por asfalto, oyendo a lo lejos al speaker de meta. Ya se veía perfectamente las luces de la playa y el Auditorio Alfredo Kraus. Le dije a Sarito “Muy bien, Sarito, te lo vas a hacer, te estás convirtiendo en una finisher de la Trans!!” Ella me dijo que había sido muy duro.
En la bajada, oímos cómo unos corredores de la larga se acercaban por detrás y Saro decidió acelerar a ratos para que no nos alcanzaran ¡Picada! Y así hicimos. Tramo a tramo llegamos hasta el Filo del Cuchillo, una especie de degollada desde la que se puede ver la carretera del norte e incluso el arco de meta, con el reloj y todo. Ahí ya casi puedes decir que lo tienes hecho, ya has visto la llegada y eso anima más.

Llegamos al llano de las naves industriales y trotando nos acercamos al “puente de Las Arenas”. Cruzamos la carretera del norte con la ayuda de la policía local y en cuanto pisamos los adoquines rojos del paseo de Las Canteras, Saro se emocionó, oímos a la familia, los gritos, pasamos bajo la alfombra pre-meta que permite al speaker anunciar nuestra llegada y corrimos, corrimos como no lo habíamos hecho en 22 horas, Sarito aceleró, quería llegar, giramos a la derecha y vimos delante nuestra la meta, la ansiada meta estaba allí delante. Juntos, de la mano, corriendo, Sarito y yo subimos la última rampa, la última cuesta, la más cómoda, la más reconfortante. 22 horas y 01 minuto para cruzar la isla de Gran Canaria de sur a norte. Enhorabuena, Saro. Ya eres finisher de verdad de la Transgrancanaria Sur-Norte!!!!!!!

Desde aquí, Saro y yo queremos agradecer a todas las personas, conocidas o no, que nos animaron durante toda la carrera y a quienes han hecho posible que esta carrera haya crecido tanto y tan bien. Tengo entendido que durante un periodo de 1 hora no hubo agua en Tenoya. Bueno, a algunas personas habría que recordarles que el agua de un avituallamiento es sólo para beber y no para refrescarse la cabeza –esto que acabo de escribir, lo vi el viernes en un vídeo grabado en Tenoya. No se puede permitir que alguien malgaste el agua así y si se permitió a uno, seguro que se permitió a más. Para refrescarse la cabeza están las cubas con hielo donde se guardan las botellas de refresco. De todos modos, también es verdad que 1 hora sin agua en Tenoya (donde hay comida, naranjas, plátanos, refrescos de cola, etc.), a 8 kilómetros de Meta, no son comparables a no encontrar agua en El Aserrador – G.C. Challenge 2010- (donde sólo había posibilidad de agua) a 8 kilómetros del parking del Roque Nublo, a cincuenta y pico kilómetros de meta, con 36ºC. No, lo siento, pero no es comparable en absoluto.