lunes, 26 de septiembre de 2011

UTMB'11 Ep.7 Un sueño en Champex y un km vertical para desayunar

Salimos de La Fouly en dirección a Champex, cuyas luces se pueden ver a lo lejos en medio de la montaña. Nos unimos a un grupito y ascendemos un sendero que nos conducirá hasta la bajada de la Crête de Salelina (Cresta de Salelina) para entrar en las casas nuevas de Praz de Fort. Allí, Salomón se acuerda de que tiene que parar frente a la casa de una señora mayor que conoció cuando entrenaba ese tramo y que le había prometido un té cuando pasara por delante de su casa en el UTMB, porque ella iba a estar toda la noche animando a los corredores. Esta gente no deja de sorprenderme, es MUY de noche y, al pasar por la casa de esta señora, allí está ella en la puerta, con toda la familia, con una barbacoa, calentando té y café para los corredores que quieran. Nos saluda y reconoce a Salomón, nos ofrece una taza de té y él acepta. Yo, en principio, rechazo la invitación porque no es té lo que tenía previsto beber ahora, pero luego acepto. Maldita la hora que lo hice. Desde ese momento, todos los que bebimos ese té empezamos a tener picor de garganta y no dejamos de carraspear en toda la noche. Estaba rico, sí, pero hasta entonces yo tenía la garganta genial y ahora....ahora la tengo como un papel de lija. Da igual, seguimos descendiendo por asfalto en dirección a Issert, donde empieza la subida a través del Sentier des Champignons (Sendero de los Champiñones). 
Ese sendero tiene un par de rampas coquetas y, si pasas de día, te partes de la risa con lo que han hecho allí con los árboles talados. Han covertido el sendero en un camino temático basado en las setas. En los troncos de los árboles talados, han tallado setas de diferentes especies, ardillas, una cesta con setas, un pez, una cabra montés o bouquetin, como los llaman aquí, una marmota e incluso un canguro. Bueno, cuando veas el canguro significa que ya estás en las puertas de Champex, no lo olvides. El sendero hacia Champex es angosto, empinado y el suelo está lleno de raíces. En un momento, veo a Salomón adelantar a un grupo que iba despacio, pero no consigo seguirle y me quedo atrás. Por alguna razón, empiezo a sentir sueño, pero, de momento no es preocupante, en una zona algo más ancha del sendero, consigo adelantar al grupo y llego hasta el Sr. Cohen. Poco después, en el sendero se empieza a escuchar música y parece que estamos cerca del avituallamiento, pero la organización nos guardaba una sorpresa. Para evitar el que alguien cogiese un “taxi” desde Issert hasta Champex, han colocado un control de paso en medio del sendero hacia Champex Lac. Nos pasan la maquinita y yo sigo buscando con el frontal la condenada figura del canguro, pero no hay manera, no aparece. La sensación de sueño empieza a ser preocupante porque se me cierran los ojos y justo en ese momento, Salomón me dice “Tío, en Champex voy a tener que dormir algo”. Yo le respondo: “Me estoy quedando dormido mientras camino, Salomón”. Me siento muy cansado, tengo un montón de frío y los ojos se me cierran. A veces, camino casi 5 metros con los ojos cerrados, lo que, en medio de un bosque, con un sendero estrecho y una fuerte caída a la derecha, puede ser muy peligroso. Lo tengo claro: "En cuanto entre en el avituallamiento, busco el pastel de arándanos de León, pregunto por los colchones y me echo a dormir media hora".
Al cabo de un rato, mi frontal apunta hacia la izquierda y veo al condenado cangurito, miro hacia delante y veo la placa verde que da la bienvenida a Champex y llegamos a la carretera. Aquí hay que tener algo de cuidado, porque hay que seguir bien las flechas para pasar por detrás del cartel nuevo, del garaje y seguir ascendiendo por el sendero para llegar al avituallamiento. Al llegar, nos alegramos de ver a la pareja de Salomón, que nos da la bienvenida. Entramos en el control de chips, al avituallamiento y veo a León. Le saludo y me presento. Se acordaba de mí, porque pocos días atrás, estuve en su boulangerie (pastelería) hablando con él e incluso nos sacamos una foto con Sarito. 
En el avituallamiento, la famosa tarta de arándanos de León. Allí estaba, ¡Qué buena pinta! Cogemos un plato, metemos dos trozos y nos los llevamos a la zona de colchones. No puedo más, estoy realmente agotado y mi mente funciona al 40%. Tengo mucho, mucho sueño. Programo el despertador para 30’, me quito las zapatillas, me echo y me tapo con la manta. Me resulta curioso que, en los colchones de al lado, hay tres japoneses durmiendo exactamente igual ¡Chico, porque les oigo respirar, porque si no, pensaría que estaban muertos! Los tres, boca arriba, con las manos sobre el pecho. Cierro los ojos y me quedo dormido.
Abro los ojos. Han pasado 25’ y estoy temblando. No le he dado tiempo al despertador para que cumpla su función porque hace un frío terrible. Las manos me tiemblan, me tiemblan las piernas, casi no puedo articular palabra y me acuerdo de mi retirada en El Garañón a las 22:35 en la Transgrancanaria de 2008. ¡Uff, borra eso de la cabeza, Dani! Pero hay que salir de aquí cuanto antes para entrar en calor. Me levanto, veo a Salomón despertándose y me como mi trozo de pastel ¡¡¡¡¡Diosssssss, qué cosa más rica!!!!! Caray, ahora entiendo por qué es tan famoso el pastel de arándanos de León. Cuando Sarito y yo estuvimos en su boulangerie, él y su señora nos invitaron a dos trozos porque eran los últimos que le quedaban de ese día y ya era la hora de cerrar, pero en el UTMB, el pastel estaba recién hecho. En fin, que si un día pasan por Champex Lac, no duden en entrar en la pastelería de León. Tiene un cartel del UTMB en la puerta, así que es inconfundible. Es un “must” del Tour du Mont Blanc. Pues, seguidamente, me voy a la zona de las mesas y temblando, pido una taza de caldo. Bien, por lo menos está calentito y las manos dejan de temblar. Me bebo dos tazas de caldo, como un par de trozos de queso, pido una taza de cola, como algo de chocolate y me bebo un vaso de café. Esto último provocaría una reacción fisiológica en mí de la que me había olvidado. Cuando compruebo que Salomón está listo para salir, nos despedimos de todos los voluntarios y nos marchamos en busca de lo desconocido: la bajada a Martigny (471m), según nos han dicho y el ascenso al Col de la Forclaz (1527m).
A la salida de Champex Lac, andamos por asfalto hasta encontrar el cruce con el camino hacia Bovine. Como nos han dicho que no se sube a bovine, dudamos, no sabemos por dónde tenemos que ir. ¿Seguimos por carretera? Las marcas indican que debemos entrar en el sendero. Tras unos momentos de indecisión, decidimos entrar en el camino y ya veremos qué pasa. Al cabo de un rato, mi cuerpo empieza a reaccionar al café y le digo a Salomón que me tengo que parar a hacer de vientre. Encontramos un banco en un recodo de la pista de tierra y él me dice que me agarre al banco y que apague el frontal, que él se queda vigilando para que nadie me esté apuntando con la luz mientras yo estoy "plantando un pino". La organización, previendo que esta situación la viviríamos con casi total seguridad, ya nos había provisto de unas bolsas de basura para guardar el papel y tirarlo en el primer contenedor de basura o papelera que encontráramos, así que eso hice, para mantener limpio el camino. Una vez listo, continuamos el camino seguros de que sí era por allí, ya que varios corredores habían pasado por la pista de tierra durante ese corto espacio de tiempo. Caminamos a buen ritmo, descansados tras el sueño reparador. ¡Hay que ver lo que dan de sí 25' durmiendo! Alcanzamos a un grupito de franceses y creo identificar en él a un chico con el que ya había descendido del Gran Col Ferret. Cuando estamos en el sendero en medio del bosque, primera duda. Aparece ante nosotros una cinta roja y blanca cortando el paso y no sabemos bien por dónde pasar. algo más arriba se advierte un reflectante y decidimos adentrarnos más por ese sendero. Cruzamos un sitio que no recuerdo del TMB y me doy cuenta que las lluvias del viernes por la noche han cambiado el paisaje. Donde había un sitio de paso fácil, ahora la organización ha tenido que colocar un tablón para facilitarnos el paso, mientras un riachuelo baja desde las montañas. Llegamos a un descampado donde se encuentra el alpage que da entrada a Bovine y vemos que hay cintas y reflectantes que nos hacen cruzar la carretera y descender. Confiados con que ese descenso nos llevará hasta Martigny, nos lanzamos por el terreno embarrado y no dejamos de trotar mientras la claridad de la mañana empieza a iluminar levemente el horizonte. Atravesamos varias veces una carretera, corremos junto a una acequia muy embarrada y con los primeros rayos de sol, llegamos abajo. Allí, enfrente, vemos una ascensión por asfalto en forma de larguísimos zigzag que no sabemos a dónde llevan, pero por los que se pueden ver los llamativos colores de la ropa de varios corredores.

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