lunes, 7 de marzo de 2011

FINISHER!!!!!!!!!!!!!!!! 23h42'09" The North Face® Transgrancanaria® 123km 2011

FINISHER!!!!!!!
Con un recorrido un poco más largo que el del año pasado (que la medición se había hecho mal y en realidad habían sido 121km) he conseguido llegar a la meta en 15 minutos menos. ¿Mi puesto? Tampoco corría yo para competir contra nadie, sino contra el tiempo (en todos los sentidos, climatológica y temporalmente hablando). Puesto 103 de la general - por primera vez, en una carrera por montaña, dentro de la primera mitad de clasificados- y 49 de mi categoría.
La carrera, per se, se suponía más cómoda al no tener que correr por el barranco de Los Vicentes, que es un auténtico pedregal. La salida se díó puntualmente, a las 00:00 de la noche del viernes en Playa del Inglés. Empecé a correr y a los pocos segundos me dí cuenta de que era el primero de la fila, pero poco después vi a mi izquierda a Lizzy Hawker con su particular estilo, corriendo a toda velocidad con unos 30 corredores detrás de ella, como si del flautista de Hamelin y sus 30 ratones se tratase. La playa se me dio muy bien, aunque la arena no era este año tan firme como en ediciones anteriores. El paseo de la Charca de Maspalomas fue bastante cómodo y no nos metieron en el cauce del Barranco de Tirajana hasta casi llegar a la autopista, lo cual se agradece. Ya metidos en el Barranco de Fataga, decidí bajar un poco el ritmo porque sabía lo que nos esperaba por delante: una kilometrada hasta el primer avituallamiento. La pista de los Gallegos fue muy cómoda y se podía correr muy bien en las zonas de llano y bajadas. Llegué a la Presa de Ayagaures muy bien de tiempo y muy cómodo. Aquí todavía no sabíamos lo que nos esperaba delante.

AGUA VA!!
Pasada la Presa de la Gambuesa y en plena ascensión por una calle de cemento, de repente y sin avisar, nos cae encima un "palo de agua". Llegan las prisas, hay que quitarse rápido la mochila y sacar los chubasqueros. En este tipo de carreras, los chubasqueros suelen estar plegados dentro de uno de sus propios bolsillos, con lo cual, antes de ponértelo, pierdes tiempo sacándolo de allí. Ese tiempo se traduce en más agua que te va empapando. Para cuando yo ya me lo había puesto, notaba totalmente empapados los manguitos, el maillot del equipo Arista, las licras, el Buff®, todo! Me puse el peto por encima del chubasquero para que me lo pegara más al cuerpo y así perder el menor calor posible. Creo, ahora, que fue la mejor idea que tuve en toda la noche, aparte de no dejar de caminar. Toda la ascensión por el Pinar de Trujillo y Camino del Diablo fue un no parar de tiritar, siguiendo los pies del que iba delante. Al llegar a la Degollada de la Manzanilla, la sensación térmica era similar a -3º. Descendemos hacia Tunte (San Bartolomé de Tirajana) y al llegar,el termómetro de la localidad marca 1º. El agua que se había colado por las zapatillas, a esa temperatura, me impedía sentir la planta de los pies ni los dedos. Me meto en el avituallamiento, atestado de corredores, pido un café, cojo un plátano y me lo echo al bolsillo, cojo unos tacos de queso y salgo a cargar agua en los bidones. Me meto en el Ayuntamiento de Tunte y me dispongo a cambiar las pilas del frontal y es que el Led Lenser® es ligero y convierte la noche en día, pero ¡Cómo traga pilas!
En ese momento, tomo mi segunda decisión acertada de la carrera: me digo "Dani, sal de Tunte, cag...., bueno, sal YA!". Me levanto, coloco todo en su sitio, entro en el avituallamiento, cojo una chololatina y me echo a caminar. ¡Uff, qué dolor en las plantas de los pies! El frío me ha helado los dedos y la sensación térmica es gélida, de "bajo cero". Decido que lo mejor es darle caña a la ascensión hacia la Cruz Grande, que será donde nos amanezca. Me uno a un chico de La Palma y, como va al mismo ritmo que yo, dejo que sea él el que hable y vamos juntos hasta arriba. Cuando llegamos a la Degollada de Cruz Grande me encuentro con Goyo, reciente ganador del Lava Trail de Lanzarote, que me da muchos ánimos. Giramos hacia la izquierda y tomamos la pista forestal que nos llevará hasta el Lomo Guaniles. Allí, en el inicio del descenso, me echo a trotar y el palmero se queda atrás hablando por teléfono. Durante el descenso, me encuentro con el grupo de tres alemanes que ya habían venido el año pasado. Les adelanto y prosigo mi descenso hasta Chira. Cruzo la presa y no me paro. Bajo como un disparo hacia Soria, aunque el descenso está plagado de "trampas" en forma de piedras resbaladizas. Casi llegando al muro, toca "pipí-pause". Llego muy bien a Soria, recuperado de las ascensiones y alegrándome de que el Sol empiece a salir. Aprovecho y me cambio.

HIER KOMMT DIE SONNE (AQUÍ VIENE EL SOL).
En Soria luce el Sol. Cruzo el muro de la Presa y me paro a quitarme el chubasquero, me pongo la gorra, las gafas de sol y retomo el ascenso por la carretera hasta llegar al inicio del sendero que nos conduce hasta la Presa de Las Niñas. Antes de llegar, me encuentro con un sueco que me dice que no se esperaba tanto frío en Gran Canaria -le contesto que yo tampoco me lo esperaba, pero que el tiempo es así- llegamos juntos al avituallamiento de Las Niñas y salimos hacia el Lomo de Los Almacenes. Durante mi ascenso, me adelantan dos daneses que, evidentemente, practican orientación. Iban casi todo el rato en línea recta, ni sendero ni leches, de "A" hacia "B" en línea recta ¡Vaya piernas, atajaban cuesta arriba por donde atajan descendiendo las bicis de MTB! Al llegar a la pista forestal, veo que se habían desviado del camino y vuelven al sendero (posiblemente tuvieron una "pipí-pause"). En ese momento, como ya sé que lo que hay por delante es un ascenso duro hasta el zig-zag de los pinos (es un punto de referencia mío) donde comienza un descenso corto, decido meterle caña a las piernas. Pensé que cuanto más rápido fuera en el ascenso, menos tiempo sufriría y, como el cardio iba genial, pues aproveché. He de reconocer que haber previsto la alimentación, las barritas, los geles y gelatinas de Enervit® con varios días de antelación, me vino muy bien. Ellos me siguen, pero los dejo atrás en el descenso posterior al zigzag. Tras ese descenso, por el Lomo del Manco, se repiten las subidas cortas y duras con las bajadas cortas y técnicas. En ese momento, me encuentro con Norbert, un señor austríaco muy simpático que, en su primera visita a Gran Canaria, se apunta a una 123. Proseguimos el camino juntos hablando alemán y llegamos hasta el avituallamiento del aserrador donde me encuentro con Pepa, del club Neophron (mi primer club de montaña) y Adassa, la hija de Yoyi, que están de voluntarias en ese puesto. Allí, como empieza de nuevo a hacer frío, me vuelvo a poner el chubasquero y sigo mi ascenso. Sé que lo peor ya ha pasado. Es curioso, a medida que voy participando en esta carrera, voy adelantando ese punto en el que me digo "Si ya has llegado hasta aquí, ya has pasado lo peor"; antes era el Garañón, luego El Roque Nublo y este año, El Aserrador ¡Cómo cambiamos!

VOLKENFELS (ROQUE DE NUBES)
El ascenso al Roque Nublo fue cómodo, muy rápido, teniendo en cuenta lo que ya llevábamos en las piernas y el frío que no se nos quitaba del cuerpo. Tras cruzar el control de paso del Roque Nublo, situado este año al lado de La Rana, comienzo mi descenso y me encuentro a Willid Hoballah y a Eolo (que me adelantarán posteriormente en el ascenso hacia el Montañón) lo cual me alegra mucho. El descenso desde el Roque Nublo hasta La Goleta es una carrera de slalom con los turistas que suben y bajan por el sendero. Llego al aparcamiento y comienzo una de las ascensiones más duras que conozco en esta isla. Es corta, de acuerdo, pero el desnivel que se salva es antológico. Además, este año, la zona de la cuerda ha cambiado y es más larga. Ahí me empiezo a sentir un poco agotado y me duelen horrores las plantas de los pies. Me cuesta, incluso, caminar. Decido que, para recuperar cardio y energías, debo continuar hasta el Pico de Las Nieves caminando y comiendo. Sólo deseo llegar al Garañón para comerme un plato de pasta caliente. Llego al Pico, paso el control y me echo a correr en el pronunciadísimo descenso que me llevará al Cortijo de Huertas. En el descenso adelanto a dos corredores, llego a los Llanos de la Pez, cruzo la carretera y me adentro en el bosque en dirección al Garañón.

EL GARAÑÓN
La parada en Garañón fue más larga de lo previsto. Pasé mucho tiempo intentando hacer algo que me evitara el dolor en la planta de los pies, más concretamente en la zona de las almohadillas anteriores a los dedos. Sinceramente, las Mizuno® Wave Ascend 4 no son las mejores zapatillas para correr por montaña en Gran Canaria. En el Garañón, podía notar hasta las piedrecitas pequeñas y trocitos de ramitas bajo mis pies. Del bolso del corredor cogí el rollo de tape y me fabriqué unas almohadillas a base de sobreponer unas tiras sobre otras. Luego, cogí el otro par de calcetines y me los puse sobre los que ya llevaba. Guardé las gafas de sol porque sabía que no las iba a necesitar más y me llevé también la bolsita de comida que tenía preparada. Devolví la bolsa a los voluntarios y comí. ¡¡¡Qué rica la pasta!!! Cómo se agradece un buen plato de pasta caliente después del frío que habíamos pasado!!!

CONSUMED BY THE PAIN (CONSUMIDO POR EL DOLOR)
Salgo del Garañón y el dolor en la planta de los pies se acrecenta. Me duele mucho y ya no sé a qué hora podré llegar a Las Palmas de Gran Canaria. Al iniciar el descenso hacia la Degollada de Becerra, me echo a correr. Puestos a que me duelan los pies, prefiero que me duelan el menor tiempo posible. Noto que, al correr cuesta abajo, me duelen un poco menos, pero es una ilusión. Llego a la Cruz de Tejeda, saludo a los puesteros y me echo a subir hacia la Cruz Chica. Allí me llama Sarito, ya llegó. Su esguince de tobillo está totalmente recuperado, el taping en forma de estribos que le puse la noche del viernes le ha funcionado y ha conseguido igualar su tiempo del año pasado, genial!!! . En cuanto puedo trotar, lo hago, pero allí arriba el frío también aprieta. Cruzo la carretera y me tiro cuesta abajo hasta Cueva Corcho donde me encuentro con dos teldenses con los que prosigo hasta Teror. Allí, yo me quiero tomar un vaso de caldo calentito (riquísimo, por cierto) y les digo que se marchen sin mí. Uno de ellos dice que si vamos los tres, pues vamos los tres, aunque al otro no lo ví muy convencido. Da igual, no es una actividad de senderismo, sino una carrera por montaña. Termino mi avituallamiento en la villa mariana y vuelvo a ponerme el frontal. Es casi de noche y me esperan aún unas 4 horas de pateo. Me despido de los voluntarios del puesto de control y sigo mi camino en dirección a Osorio. Empiezo a caminar y noto que he perdido sensibilidad en los pies, me echo a andar cuesta arriba por la carretera y, casi sin darme cuenta, estoy en la entrada a la Finca de Osorio, no troto, sólo camino, pero lo hago realmente rápido, como de costumbre. Llego a la casa y giro a izquierda para ascender al Pico. A lo lejos, unas luces rojas me dicen dónde está el grupito que llevo delante y subo a ritmo para cogerlos. Conozco la subida y el sendero que viene después. Sé que en ese sendero de la acequia, si quieres adelantar lo tienes muy crudo por la estrechez del camino. Llego hasta los teldenses, les saludo y les dejo atrás, me encuentro otra vez con Norbert, le saludo y le dejo atrás, llego hasta dos chicos de Rungosay, les dejo atrás y, justo a la entrada del sendero de la acequia, el que llevo delante se detiene para esperar a un compañero. Es el momento. En cuanto el camino llanea, me echo a trotar. Como dije antes, es una carrera por montaña, no una actividad de senderismo. Cruzo el puentito de la acequia con mucho cuidado y no paro de correr por el sendero. Comienzo a bajar por la ladera que resbala como el jabón y me voy al suelo (caray, no hay carrera de montaña en la que no me caiga!!) como es sobre barro, me levanto y sigo trotando y deslizando hasta llegar a las tierras de mi familia en Los Castillos. Por delante, veo en la oscuridad a Víctor, un chico alto del Atlefulca y llego hasta él. En la carretera, me encuentro con un grupo grande de corredores que van muy fuertes y que ascienden la cuesta de los militares trotando. Yo paso. Me duelen otra vez los pies y prefiero reservar fuerzas para el Lomo de Riquianez. Los chicos del Atlefulca se van para delante.

2º PALO DE AGUA
Al llegar al Lomo de Riquiánez, el grupo de lucecitas rojas que iban como aviones por delante, de repente se agrupan y bajan la velocidad, bajo mis zapatillas, el barro de Riquiánez forma una espesa capa de arcilla que dobla o triplica el peso de la zapatilla, en esto......zarpazo de agua. Vaya lluvia!! Otra vez!!
Decido que lo mejor es trotar ya que el barro se va a pegar de una manera o de otra. Llego hasta el grupo de delante, me uno a ellos, pero camino más rápido y, cuando me doy cuenta, los he dejado a una distancia suficiente como para acelerar mi ritmo sin que parezca que les estoy atacando. Me echo a correr buscando la cruz de Riquiánez y notando cómo las zapatillas agarran bastante bien en suelo resbaladizo (algo bueno tenían que tener, ¿No?). Llego hasta la cruz y, ¿Sorpresa! Delante de mí veo unos compresores Salomon® que me resultan familiares y una manera de correr que me resulta aún más familiar. Tras una kilometrada tremenda, me vuelvo a encontrar con Willid. Me sorprende, porque en la Challenge estaba súper fuerte y, en esta Trans también se le ve muy entero. Va con dos compañeros de equipo del Rungosay 2 y, en pleno descenso hacia Santidad, me echo a trotar por el embarrado sendero. No deja de llover, paso por Santidad como alma que lleva el diablo y sigo trotando, con cuidado, en el descenso hacia el Barranco de Tenoya. Sé que cuando llegue al pedregal, me quedarán 2 kilómetros hasta el puente y otros dos kilómetros hasta el ascenso al barrio. Por el barranco me sorprende que se pueda correr. La última vez que lo había entrenado con Sarito era casi imposible trotar. No me encontré a nadie en todo el barranco, paso el puente, saludo al macro-perro que hay en la casa del barranco, sigo trotando y se me acaba el barranco antes de lo previsto. Asciendo hacia el último avituallamiento, llego a Tenoya y me sorprendo al ver un nutrido grupo de personas animándome. Me paro en el avituallamiento porque iba un poco justo de agua. En esos momentos, siento arcadas por todos los potingues que me había metido ya en el cuerpo, entre geles, gelatinas, barritas energéticas, Enervit®, Flec-to-min®, Recuperat-ion® y Power-bar®. Necesito un refresco de cola que me pare las arcadas. Pido un vaso de Pepsi® y salgo del avituallamiento. Otra vez los dedos de los pies helados y el dolor en las plantas. A los pocos metros, carretera adelante, me cruzo con un corredor que viene en dirección contraria, con peto verde, es decir, de la mía, de la de 123km, le prgunto "Pero ¿A dónde vas, tío?" "no puedo más" -me responde, "se acabó, no puedo más". Le digo que aguante un poco, que sólo le queda la subida a Los Giles y la bajada a meta, que lo intente. Me dice que no (espero que en el avituallamiento haya tomado algo de comida, caldo, lo que sea y haya vuelto a caminar). Me despido y sigo mi camino, ya queda menos, mucho menos, muchísimo menos y yo lo que quiero es llegar de una vez. Llevo 23 horas cruzando la isla, llevo despierto desde las 12 del mediodía del viernes y ya va siendo hora de llegar a la meta. Me echo a trotar, llego al Morro de Canga (donde está la palmera), sigo trotando en dirección a Los Giles y veo luces rojas a lo lejos, no paro de trotar aunque el camino sea un barrizal y me resbalen las piernas. Llego a las primeras casas y en el pronunciado ascenso por la carretera, llego hasta un grupito al que no veía desde Teror. Volvemos a pisar tierra y aumento el ritmo, me pongo en cabeza de grupo y me marcho. Llego a la pista de tierra, busco las marcas y veo el reflectante a lo lejos. Sé que ahí se puede atajar, pero de noche y con las plantas de los pies así, prefiero tirar por la línea recta. Llego hasta ese sendero y subo como puedo por ese barrizal, llego a la otra pista de tierra y no me lo pienso, a trotar, hay que llegar, hay que llegar. Cruzo la carretera con cuidado, troto por el camino y adelanto a un chico que camina con dificultad, le digo "Ya llegamos, ya llegamos" me responde "eso parece, ya no queda nada". ¡Ese es el espíritu! No dejo de trotar, me acerco a la finca de los perros y me paro para colocar bien una cinta reflectante que casi no se ve, para que los que vengan detrás la divisen en cuanto entren en ese camino, la subida leve que hay después de los perros, la hago trotando, ya me da igual gastar la pila, he llegado hasta aquí guardando esa reserva de energía y es el momento de gastarla. Toco el asfalto de la carretera del "Agua Firgas" y ya ni noto las plantas de los pies. El agua, el frío y el barro me han quitado toda la sensibilidad en los dedos y, claro, como no siento ni los dedos ni las plantas, pues tampoco me duelen, aprovecho esa situación y me echo a correr, paso sobre la pintada de los 3km  a meta, veo dos luces rojas en la bajada, pintada muy bonita de Bichillo-Runner en la horquilla de derechas y automáticamente, pienso en Luis (¿Por dónde estará? ¿Qué tal le irá? ¡Espero que llegue bien a meta!) llego hasta el portador de la primera luz roja poco después de las vigas que cierran el paso a los vehículos, le saludo y le doy ánimos, llego hasta el siguiente más abajo, entre las naves industriales, en el suelo, paso sobre la pintada de los 2km, veo una pareja de luces rojas que marchan caminando, paso sobre la marca de 1km y poco antes de llegar al puente de Las Arenas les adelanto y les saludo, ya veo la carretera del Norte y los chalecos reflectantes de la Policía Local. Detienen el tráfico y me ayudan a cruzar la carretera, paso sobre la valla y ya veo la meta, no me lo creo, no me lo puedo creer, ya está, ya está, el Auditorio Alfredo Kraus!!! El arco de meta, el reloj de TopTime marca 23h41', acelero, mis pies no quieren pararse y mi cuerpo gasta hasta la última gota de energía, aún queda gente en el paseo animándonos, increíble, es sábado de carnaval y hay gente en la otra punta de la ciudad para animarnos, miro al público, veo a Sarito y la llamo, sigo corriendo, giro al final del parterre y encaro la meta.

META
La meta de la Transgrancanaria. Aquello en lo que todos pensamos al salir a las 00:00 desde Playa del Inglés está ahí delante. Me echo a llorar, recuerdo la salida, la lluvia en la Gambuesa, el frío en Tunte, el cansancio, el dolor en los pies....todo eso está a punto de acabar, veo a Carlos, mi cuñado, sacándome una foto en la recta de meta, quiero llegar ya, quiero llegar ya, acelero aún más, no me lo creo subo la rampa de meta como una exhalación, 23h42'09". FINISHER!!!!!! Foto, saludo al speaker y me encuentro con la familia, mi madre, Sarito, mis cuñis Mónica, Maite y Carlos, María Luisa la venezolana también esperó a que yo llegara. El montaje de la organización es tremendo, perfecto. Todo ha salido bien. Los avituallamientos eran como un oasis en un desierto, entro en la carpa de meta y me tumbo en las colchonetas. Poco a poco, van llegando los demás corredores. Estoy roto por fuera y totalmente agotado. No me queda batería en el cuerpo. Sólo quiero tumbarme. Sarito me trae una bolsa con zapatillas y un abrigo. Me quito el maillot, que no se ha secado en toda la carrera. Me quito las medias de presión. Qué maravilla de invento!!! Me quito el taping. Qué bien me vino en el barranco de Tenoya cuando pisé aquella piedra! De no haberlo tenido, aún estaría allí con el tobillo destrozado. Los estribos me salvaron el físico. Tengo los pies totalmente blancos de la humedad y del frío. Me pongo unos calcetines secos y Sarito me ayuda a incorporarme. Llega Víctor del Atlefulca, veo a Pepe de Arista, veo a Estrella, a Carlos González....Qué grandes son!!!! Necesito reponer líquido y me vuelven las arcadas, tengo mucha hambre y me faltan las fuerzas, se me apaga el cuerpo y tengo la batería bajo mínimos. Nos acercamos a la carpa de comedor y directamente me siento. Sarito me trae una cerveza (que es buena para reponerse tras un esfuerzo físico, aunque no se lo crean) y me da un trozo de tortilla. Casi no puedo comer, sólo quiero beber líquido. Apoyo la cabeza sobre los brazos, estoy desfallecido, desfallecido, agotado, helado, reventado por dentro, pero feliz, muy feliz, inmensamente feliz. He llegado por tercera vez a una meta de la Transgrancanaria y, por segunda vez, en la categoría de 123km!!! Además, este año, con todo lo que hemos pasado, he conseguido bajar mi tiempo. Mañana me llevaré a casa mi premio, mi chaleco The North Face® que dice que soy finisher.

La Transgrancanaria es como la vida; sólo hay una regla para superar las vicisitudes y es lo que me repetí una y mil veces durante la gélida madrugada del sábado bajo el aguacero hacia La Manzanilla:

YOU WILL NEVER SURRENDER (NUNCA TE RINDAS)

Como guinda a este pastel, vídeo de The North Face®: http://www.youtube.com/watch?v=aqNSrrLA6G0

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